La tapa, como alimentación sugerente, rápida y efectiva, parece que últimamente, debido a que los tiempos exigen una rapidez a la hora de tomar decisiones, de hablar y de comportarnos, tenga que estar forzosamente de moda.

Para numerosos expertos en gastronomía y alimentación, se trata del “fast-food” más variado, rico y saludable de todos cuanto existen, lo que, sin duda, se debe a su gran evolución actual.

Para algunas personas el tapeo es algo nuevo, de la época en que vivimos. Y, la verdad, nada más incierto, pues posiblemente deberíamos remontarnos a los tiempos romanos para darnos cuenta de que esa costumbre ya existía por aquel entonces, aunque sin duda alguna, sin tanta sofisticación como en la actualidad, donde vemos tapas y montaditos que, más parecen una obra de arte escultural, que un modo de “entretener” nuestro estómago …

La tapa tiene un origen incierto … Si bien muchas personas afirmarían con total rotundidad que la tapa es un invento español, no es del todo cierto, ya que la palabra “tapa” como definición de aquel alimento que a modo de aperitivo se ingiere acompañado de alcohol, posiblemente si nace en España, pero no la costumbre de degustar pequeñas porciones de alimento acompañadas de una bebida antes de una comida más abundante.

La historia de la tapa o el aperitivo la encontramos naciendo de forma paralela en numerosas zonas como algunas del mundo árabe, del imperio Romano o países como Grecia y Turquía que ya tenían esa costumbre de efectuar ligeras degustaciones antes de sus comidas. Sin embargo, si es cierto que la tapa, más allá de un buen aperitivo antes de comer, es la puesta en marcha de todo un ritual, en el que entra la camaradería, la charla y el paseo, pues los auténticos “comedores de tapas” nunca renunciarán al “cate”, esto es, a perenigrar por diferentes lugares, bares o tabernas para probar las mil y una exquisiteces que allí les ofrecen. De hecho un buen “catador de tapas” no lo será nunca si siempre que acude a degustarlas, se centra en un solo lugar.

Pero volviendo al origen de la palabra con que se pretenden definir la ingestión de unos tacos de queso o jamón, debemos buscarla en Andalucía, pues fue en esa zona donde el término “tapa”, pretendía definir la loncha de jamón o incluso chorizo, con que se tapaban los vasos de chato de vino en las diferentes tascas y tabernas del sur.

Con el paso del tiempo esta costumbre fue derivándose a otras en que los diferentes productos que acompañaban a los chatos de vino se ensartaban en un palillo, naciendo así términos que nos hablaban de pinchos o banderillas. Y avanzando más en el tiempo, podemos afirmar que los cocineros han hecho honor a la definición académica en torno al término tapa, que nos dice es “toda aquella porción de alimento sólido que pueda acompañarse de una bebida”, pues de la lejana tapa que cubría la boca del vaso de vino, hemos llegado a la creación de pequeñas porciones de alimentos que se nos presentan sobre o entre pan, ensartadas en varillas metálicas o de madera, a modo de pinchito e incluso en bandejitas, cazuelitas o pequeños platos, mostrándonos ya no sólo un alimento sencillo, como pudo ser en un principio una porción de jamón, salchichón, chorizo o queso, sino que nos ofrecen las combinaciones de salsas, picadas, embutidos, carnes, pescados, mariscos y hasta verduras, en sus variedades frías o calientes.

Jesús Hernández Arteaga

Jesús Hernández Arteaga

Técnico Superior en Restauración

Profesor de Servicios de Restauración en el IES Jandía, Fuerteventura. Profesor  Técnico de Formación Profesional, Consejería de Educación del Gobierno de Canarias.

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